Las soluciones son colectivas. Esta es una de las premisas de la transformación digital, que como todo con esta pandemia que estamos viviendo, fue puesta sobre la superficie del océano de temas que nos rodean. Se vio claro: ante la emergencia, la colaboración de los pares fue la única manera de estar preparados para enfrentar la realidad. Esta filosofía no es nueva, por lo menos no para quienes ya viene practicando el open source, para quienes entendieron que no hay sociedad posible con éxitos individuales.
Las soluciones son colectivas. Esta es una de las premisas de la transformación digital, que como todo con esta pandemia que estamos viviendo, fue puesta sobre la superficie del océano de temas que nos rodean. Se vio claro: ante la emergencia, la colaboración de los pares fue la única manera de estar preparados para enfrentar la realidad. Esta filosofía no es nueva, por lo menos no para quienes ya viene practicando el open source, para quienes entendieron que no hay sociedad posible con éxitos individuales.
Compartir conocimientos no es una novedad, sobre todo para las empresas de la industria IT, pero, como dicen sus representantes, no es meramente por un fin filantrópico. Por ejemplo, para la gente de etermax, creadores de íconos del mundo gaming como Preguntados o Apalabrados, compartir «responde a la responsabilidad de hacer industria». Y con esto se refieren a poder desarrollar en la Argentina mucho más el área de videojuegos.
Revolución digital. Las seis claves para entender por qué el sector IT se disparó en la pandemia
«La informática es una ciencia, y la ciencia está basada en compartir papers: así crece. En este sentido, nuestra industria no es una excepción. Las prácticas y las soluciones suelen ser expuestas, y eso hace que todos crezcamos. Incluso, genera que muchos se interesen por estudiar, y eso replica en tener mejores talentos», describe Sebastián Peña, Chief Human Resources Officer de etermax
Sebastián Peña (Etermax) Fuente: LA NACION – Crédito: archivo
Y esta compañía se tomó en serio esto de hacer industria y durante los meses de pandemia profundizó, por ejemplo, la presencia de los «etercoding», que son ciclos abiertos para compartir y aprender prácticas de programación. «Son un boom. En 2019 eran mensuales, ahora son semanales y participan más de cien personas en cada uno. Se fueron encadenando uno atrás del otro, y se dan en un marco más de comunidad que de empresa», cuenta Fernando Scorpiniti, Chief Technology Officer de etermax.
Otra oferta interesante son los «eterjams», donde «nos juntamos con programadores, artistas y cualquier persona que quiera participar para hacer un ejercicio de improvisación y creatividad contra reloj. Tomamos una idea, realizamos un prototipo y los desarrollamos», relata Scorpiniti. Además, en breves, etermax pondrá pública su primera biblioteca de open source.
Otra empresa que cree en compartir es IBM. Por ejemplo, la empresa firmó el Compromiso Open Covid, que otorga acceso gratuito al amplio portafolio de patentes de la compañía a aquellos que desarrollan tecnologías para ayudar con el diagnóstico, prevención, contención o tratamiento del coronavirus. La participación abarca miles de patentes de inteligencia artificial de IBM, incluidas las patentes de tecnología Watson, y más de 900 activas de los Estados Unidos en el área general de virus biológicos.
«Nuestro enfoque siempre fue abrir hacia la comunidad, y esto facilitó este tipo de decisiones. Pero, además, tenemos la premisa de ‘tomá, miralo y vení que te ayudo a usarlo’; los capacitamos porque creemos que tener este ecosistema les facilita el trabajo a ellos y hace crecer dentro del mercado a nuestras soluciones», sostiene Román Zambrano, CTO de IBM Argentina.
«Esto se da porque ser dueño de una propiedad intelectual hoy es súper efímero. El valor de tener cierta base de un código, si no es el centro de tu trabajo, ya no tiene sentido ocultarlo. Cuando se comparte con la comunidad se logra darle más vida durante más tiempo y, además, te posiciona en el mercado», explica Diego Tártara, CTO Studios de Globant.
Martín Wagmaister (Parabolt) Fuente: LA NACION – Crédito: archivo
Contando que 20 años atrás esto no se daba, para Tártara hoy es clave poder compartir, porque «equilibra el juego, acelera el desarrollo tecnológico. Que una compañía más chica que vos pueda hacer reuso de tus conocimientos hace que todos puedan apalancarse más rápido. Y, a vos como dador, te impulsa a no quedarte. El secreto ya no va más», asegura este ejecutivo de Globant, empresa que viene ofreciendo parte de sus saberes a través de su track de capacitación y en los cursos de Acámica, donde incluso han detectado talentos, que todos sabemos escasean en esta industria.
«Ser parte de un software libre te da renombre, es como abrir tu cocina y eso no todos pueden hacerlo. Te obliga a ser ordenado, prolijo», resalta Juan Manuel Alvarez Giménez, Delivery Unit Manager de Intive. Alvarez Giménez fue el creador de Dynamic Jasper, una biblioteca open source que está en vigencia y continua actualización desde 2006. «Tiene más de 8000 descargas mensuales, y a su vez se apoya en otras. Cambió el paradigma: que compartir está mal es algo que ya no va. El conocimiento, cuando más lo compartís, más hay», agrega.
Las gigantes del mundo IT no se quedan atrás en ser abiertas. «El código abierto es una de las bases fundamentales de la filosofía de Google, porque favorece la diversidad de ideas y permite unir a usuarios, colaboradores y empresas para mejorar y optimizar el software. Es por eso que está en el núcleo de nuestra infraestructura, procesos y cultura. Por ejemplo, en 2017 lanzamos Google Open Source, un sitio que reúne todas nuestras iniciativas, con información sobre cómo usamos, liberamos y apoyamos el código abierto», cuenta Rodrigo Ponce, Gerente General de Google Cloud Argentina y Uruguay.
«En Microsoft tenemos en nuestro ADN compartir el conocimiento, un pilar fundamental para la colaboración y para poner al usuario en el centro. Por ejemplo, no podríamos pensar sistemas de IA éticos, sin que reproduzcan estereotipos ni sesgos, si no son entrenados y llenados de distintos conocimientos. También, desde open source hasta herramientas como PowerPlatform, siguen la línea de democratizar el conocimiento para que cualquier persona pueda programar. En este caso a través de programas de bajo código (low-code) o sin-código (no-code) que posibilitan a personas crear sus propias aplicaciones sin tener que saber nada sobre lenguaje de código o programación», suma Yamila Zakhem, especialista en Inteligencia Artificial y Datos de Microsoft Argentina.
La tendencia actual del marketing es posicionarse, pero dando contenido. «Esto se aceleró en los últimos meses. Ese contenido tiene que ser genuino y valioso, y esto se vio en los webinar. Ahora bien, todavía falta para llegar al momento de ver el beneficio, porque no solo es dar, sino también saber recibir y aprovechar lo que se brinda. Cuando esto se dé, ahí veremos el impacto en la economía y la evolución de las empresas», cuenta Roberto Manguel, managing director de Experis Argentina.
Otro concepto simbiótico al compartir conocimiento es la transparencia. «Ya no hay un adentro y un afuera. Cuando se construyen conocimientos para un contexto complejo, como este de pandemia, ya no me puedo quedar puertas adentro. Ejemplo de esto es lo que hicieron Alsea (Burger King y Starbucks Argentina), Arcos Dorados y Mercado Libre y así debería poder trasladarse a otros modelos. Nuestro mindset debe ser de código abierto», define Matías Ponce, director de Estudio Locht.
La reinvención de los recursos humanos. El desafío de gestionar personas en la pandemia
En relación a estos acuerdos, desde la Cámara de la Industria Argentina del Software (Cessi) aseguran que no hacen más que poner en relevancia que «las herramientas tecnológicas deben ser vistas como un aliado del negocio y no como un costo para la operación»
«Sabemos que una porción muy importante de la economía de la Argentina no está digitalizada (un 60% aproximadamente), esto significa en términos prácticos, pérdida de control en tiempo real del comercio y la industria y por sobre todo una pérdida de inserción al mundo real», refuerzan desde la Cessi.
«En el comercio digital hay un mindset muy activo en la creación de ecosistemas, para nosotros compartir conocimientos es un mandato. Nos ayuda a formar ecosistemas, talentos, a hacer crecer la economía del conocimiento y la del e-commerce. Es un atributo que valoramos todos. Deja su impacto en la innovación. De ninguna manera vale la pena guardar conocimiento, si bien es uno de nuestros activos, es público, porque así fomentamos el crecimiento de la economía y de la industria», señala Darío Schilman, VP de VTEX para América Latina
Para Martín Wagmaister, Co-Founder & CEO de Parabolt, «estamos en la era de la economía colaborativa, en la que una compañía utiliza una plataforma existente para crear otro negocio nuevo, pero apalancándose en una solución anterior ya probada. Un claro ejemplo de esto son las distintas plataformas de delivery, transporte o logística que se integran con otras aplicaciones, tecnologías de geolocalización o GPS, para crear otro negocio con mayor valor agregado. Ninguna de las soluciones deja de existir por compartir ese conocimiento, sino que ambas se potencian en la interacción».
En este sentido, Alejandro García, New Services Practice Head de Baufest, argumenta que «la Argentina tiene excelentes profesionales para aportar conocimiento a iniciativas y problemáticas globales. Podemos obtener beneficios económicos relacionados a la industria del conocimiento mediante esquemas globales de colaboración. Pero para lograr esto es importante que terminemos de instrumentar la ley de la Economía del Conocimiento»
«Lo que se está dando es una nueva tendencia de una vieja modalidad, donde se prioriza el intercambio del conocimiento por sobre el autarquismo. A nivel macro, una nueva ola de competitividad irrumpe por sobre la competencia tradicional abriendo un sinfín de posibilidades de colaboración y eliminación de ineficiencias. A nivel micro, se construye sobre la necesidad humana de sociabilizar, pero esta vez aplicado a compartir experiencias y desafíos laborales con personas fuera de nuestras organizaciones», afirma Damián Wachowicz, director de Bayton Group.
El mundo emprendedor no es ajeno a este fenómeno. «La cocreación es la tendencia, ahí todos ganamos. Cada vez está más demostrado que no es el qué, sino el cómo ejecutarlo. Antes los emprendedores no contaban su idea hasta verla lanzada y hoy hay clubes en los que todos contamos ideas, porque lo difícil está en la ejecución, y no es transmisible, porque depende de las personas y los equipos», asegura Demian Niedfeld, cofundador & CEO de Ukelele y vicedirector de la Comisión de Marketing de la Cámara Argentina de Comercio Electrónico (CACE).
Y los datos corroboran este sentir. «Si lo analizamos en perspectiva, el ecosistema argentino es uno de los más colaborativos de la región, por encima de Madrid, Ciudad de México y Santiago de Chile. De hecho, de acuerdo al reporte «Ecosistemas de emprendimiento basados en innovación en Iberoamérica», Buenos Aires evidencia un 5.9 en el índice de colaboración (mientras que Madrid tiene un 5.3 y México un 4.9, por ejemplo) y un 3.4 sobre 5 en la intensidad de esas colaboraciones. Además, las motivaciones para generar estas colaboraciones no son financieras y relacionadas a la búsqueda de capital para desarrollar una idea, sino que se basan en la búsqueda del impacto positivo en el ecosistema en sí», se enorgullece Daniel Tricarico, director de la Asociación de Emprendedores de Latinoamérica (Asela), quien hasta hace poco lideraba ASEA en la Argentina.
Incluso, esto de hacer industria traspasa la frontera de lo digital. Por ejemplo, la empresa Barbieri, especializada en la fabricación de insumos para la construcción en seco, realiza un programa llamado «Rutas de Capacitación», mediante el cual «recorremos el país compartiendo conocimientos a través de nuestra red de distribución, al momento contamos con más de 8000 personas instruidas. Así, podemos difundir las ventajas competitivas y el aporte a la sustentabilidad de esta metodología», detalla Walter Barbieri, director general de Barbieri.
En el caso de la tecnología médica, «al tratarse de un ecosistema interdisciplinario, y de contenidos complejos, potencia el desafío para que cada actor en el proceso de atención del paciente maximice el aprovechamiento de esa tecnología, que redundará en beneficios a quien recibe el tratamiento», sostiene Omar Larrosa, Head of Customer Service en Siemens Healthineers.
Luis Dambra, profesor del IAE Business School y decano de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Austral, concuerda en el gran potencial del abrir, pero reconoce que todavía hay resistencias.
«En nuestro país este tipo de práctica se da en el agro, con los grupos CREA, con gran resultado ya que el sector es muy competitivo a nivel internacional. En el resto, es muy tenue el desarrollo de esta modalidad. Se está dando en algunos sectores industriales, pero les cuesta mucho a nuestras empresas abrirse, tengamos en cuenta que el principal componente de nuestra estructura empresaria es pyme», dice el catedrático.
En definitiva, compartir conocimiento es crear valor y SeSocio es un caso de eso. «Somos una plataforma de encuentro entre emprendedores e inversores: la base es compartir el conocimiento. Cuanto más comparte uno sobre lo que hace, más ayuda al otro a tomar mejores decisiones. Creemos que el conocimiento compartido permite que el resultado final sea mejor que si cada individuo se quedara dentro de sus propios sesgos», resume Guido Quaranta, CEO de SeSocio.
Por: Marysol Antón
Las soluciones son colectivas. Esta es una de las premisas de la transformación digital, que como todo con esta pandemia que estamos viviendo, fue puesta sobre la superficie del océano de temas que nos rodean. Se vio claro: ante la emergencia, la colaboración de los pares fue la única manera de estar preparados para enfrentar la realidad. Esta filosofía no es nueva, por lo menos no para quienes ya viene practicando el open source, para quienes entendieron que no hay sociedad posible con éxitos individuales.
Compartir conocimientos no es una novedad, sobre todo para las empresas de la industria IT, pero, como dicen sus representantes, no es meramente por un fin filantrópico. Por ejemplo, para la gente de etermax, creadores de íconos del mundo gaming como Preguntados o Apalabrados, compartir «responde a la responsabilidad de hacer industria». Y con esto se refieren a poder desarrollar en la Argentina mucho más el área de videojuegos.
Revolución digital. Las seis claves para entender por qué el sector IT se disparó en la pandemia
«La informática es una ciencia, y la ciencia está basada en compartir papers: así crece. En este sentido, nuestra industria no es una excepción. Las prácticas y las soluciones suelen ser expuestas, y eso hace que todos crezcamos. Incluso, genera que muchos se interesen por estudiar, y eso replica en tener mejores talentos», describe Sebastián Peña, Chief Human Resources Officer de etermax.
Y esta compañía se tomó en serio esto de hacer industria y durante los meses de pandemia profundizó, por ejemplo, la presencia de los «etercoding», que son ciclos abiertos para compartir y aprender prácticas de programación. «Son un boom. En 2019 eran mensuales, ahora son semanales y participan más de cien personas en cada uno. Se fueron encadenando uno atrás del otro, y se dan en un marco más de comunidad que de empresa», cuenta Fernando Scorpiniti, Chief Technology Officer de etermax.
Otra oferta interesante son los «eterjams», donde «nos juntamos con programadores, artistas y cualquier persona que quiera participar para hacer un ejercicio de improvisación y creatividad contra reloj. Tomamos una idea, realizamos un prototipo y los desarrollamos», relata Scorpiniti. Además, en breves, etermax pondrá pública su primera biblioteca de open source.
Otra empresa que cree en compartir es IBM. Por ejemplo, la empresa firmó el Compromiso Open Covid, que otorga acceso gratuito al amplio portafolio de patentes de la compañía a aquellos que desarrollan tecnologías para ayudar con el diagnóstico, prevención, contención o tratamiento del coronavirus. La participación abarca miles de patentes de inteligencia artificial de IBM, incluidas las patentes de tecnología Watson, y más de 900 activas de los Estados Unidos en el área general de virus biológicos.
«Nuestro enfoque siempre fue abrir hacia la comunidad, y esto facilitó este tipo de decisiones. Pero, además, tenemos la premisa de ‘tomá, miralo y vení que te ayudo a usarlo’; los capacitamos porque creemos que tener este ecosistema les facilita el trabajo a ellos y hace crecer dentro del mercado a nuestras soluciones», sostiene Román Zambrano, CTO de IBM Argentina.
«Esto se da porque ser dueño de una propiedad intelectual hoy es súper efímero. El valor de tener cierta base de un código, si no es el centro de tu trabajo, ya no tiene sentido ocultarlo. Cuando se comparte con la comunidad se logra darle más vida durante más tiempo y, además, te posiciona en el mercado», explica Diego Tártara, CTO Studios de Globant.
Contando que 20 años atrás esto no se daba, para Tártara hoy es clave poder compartir, porque «equilibra el juego, acelera el desarrollo tecnológico. Que una compañía más chica que vos pueda hacer reuso de tus conocimientos hace que todos puedan apalancarse más rápido. Y, a vos como dador, te impulsa a no quedarte. El secreto ya no va más», asegura este ejecutivo de Globant, empresa que viene ofreciendo parte de sus saberes a través de su track de capacitación y en los cursos de Acámica, donde incluso han detectado talentos, que todos sabemos escasean en esta industria.
«Ser parte de un software libre te da renombre, es como abrir tu cocina y eso no todos pueden hacerlo. Te obliga a ser ordenado, prolijo», resalta Juan Manuel Alvarez Giménez, Delivery Unit Manager de Intive. Alvarez Giménez fue el creador de Dynamic Jasper, una biblioteca open source que está en vigencia y continua actualización desde 2006. «Tiene más de 8000 descargas mensuales, y a su vez se apoya en otras. Cambió el paradigma: que compartir está mal es algo que ya no va. El conocimiento, cuando más lo compartís, más hay», agrega.
Las gigantes del mundo IT no se quedan atrás en ser abiertas. «El código abierto es una de las bases fundamentales de la filosofía de Google, porque favorece la diversidad de ideas y permite unir a usuarios, colaboradores y empresas para mejorar y optimizar el software. Es por eso que está en el núcleo de nuestra infraestructura, procesos y cultura. Por ejemplo, en 2017 lanzamos Google Open Source, un sitio que reúne todas nuestras iniciativas, con información sobre cómo usamos, liberamos y apoyamos el código abierto», cuenta Rodrigo Ponce, Gerente General de Google Cloud Argentina y Uruguay.
«En Microsoft tenemos en nuestro ADN compartir el conocimiento, un pilar fundamental para la colaboración y para poner al usuario en el centro. Por ejemplo, no podríamos pensar sistemas de IA éticos, sin que reproduzcan estereotipos ni sesgos, si no son entrenados y llenados de distintos conocimientos. También, desde open source hasta herramientas como PowerPlatform, siguen la línea de democratizar el conocimiento para que cualquier persona pueda programar. En este caso a través de programas de bajo código (low-code) o sin-código (no-code) que posibilitan a personas crear sus propias aplicaciones sin tener que saber nada sobre lenguaje de código o programación», suma Yamila Zakhem, especialista en Inteligencia Artificial y Datos de Microsoft Argentina.
La tendencia actual del marketing es posicionarse, pero dando contenido. «Esto se aceleró en los últimos meses. Ese contenido tiene que ser genuino y valioso, y esto se vio en los webinar. Ahora bien, todavía falta para llegar al momento de ver el beneficio, porque no solo es dar, sino también saber recibir y aprovechar lo que se brinda. Cuando esto se dé, ahí veremos el impacto en la economía y la evolución de las empresas», cuenta Roberto Manguel, managing director de Experis Argentina.
Otro concepto simbiótico al compartir conocimiento es la transparencia. «Ya no hay un adentro y un afuera. Cuando se construyen conocimientos para un contexto complejo, como este de pandemia, ya no me puedo quedar puertas adentro. Ejemplo de esto es lo que hicieron Alsea (Burger King y Starbucks Argentina), Arcos Dorados y Mercado Libre y así debería poder trasladarse a otros modelos. Nuestro mindset debe ser de código abierto», define Matías Ponce, director de Estudio Locht.La reinvención de los recursos humanos. El desafío de gestionar personas en la pandemia
En relación a estos acuerdos, desde la Cámara de la Industria Argentina del Software (Cessi) aseguran que no hacen más que poner en relevancia que «las herramientas tecnológicas deben ser vistas como un aliado del negocio y no como un costo para la operación».
«Sabemos que una porción muy importante de la economía de la Argentina no está digitalizada (un 60% aproximadamente), esto significa en términos prácticos, pérdida de control en tiempo real del comercio y la industria y por sobre todo una pérdida de inserción al mundo real», refuerzan desde la Cessi.
«En el comercio digital hay un mindset muy activo en la creación de ecosistemas, para nosotros compartir conocimientos es un mandato. Nos ayuda a formar ecosistemas, talentos, a hacer crecer la economía del conocimiento y la del e-commerce. Es un atributo que valoramos todos. Deja su impacto en la innovación. De ninguna manera vale la pena guardar conocimiento, si bien es uno de nuestros activos, es público, porque así fomentamos el crecimiento de la economía y de la industria», señala Darío Schilman, VP de VTEX para América Latina.
Para Martín Wagmaister, Co-Founder & CEO de Parabolt, «estamos en la era de la economía colaborativa, en la que una compañía utiliza una plataforma existente para crear otro negocio nuevo, pero apalancándose en una solución anterior ya probada. Un claro ejemplo de esto son las distintas plataformas de delivery, transporte o logística que se integran con otras aplicaciones, tecnologías de geolocalización o GPS, para crear otro negocio con mayor valor agregado. Ninguna de las soluciones deja de existir por compartir ese conocimiento, sino que ambas se potencian en la interacción».
En este sentido, Alejandro García, New Services Practice Head de Baufest, argumenta que «la Argentina tiene excelentes profesionales para aportar conocimiento a iniciativas y problemáticas globales. Podemos obtener beneficios económicos relacionados a la industria del conocimiento mediante esquemas globales de colaboración. Pero para lograr esto es importante que terminemos de instrumentar la ley de la Economía del Conocimiento».
«Lo que se está dando es una nueva tendencia de una vieja modalidad, donde se prioriza el intercambio del conocimiento por sobre el autarquismo. A nivel macro, una nueva ola de competitividad irrumpe por sobre la competencia tradicional abriendo un sinfín de posibilidades de colaboración y eliminación de ineficiencias. A nivel micro, se construye sobre la necesidad humana de sociabilizar, pero esta vez aplicado a compartir experiencias y desafíos laborales con personas fuera de nuestras organizaciones», afirma Damián Wachowicz, director de Bayton Group.
El mundo emprendedor no es ajeno a este fenómeno. «La cocreación es la tendencia, ahí todos ganamos. Cada vez está más demostrado que no es el qué, sino el cómo ejecutarlo. Antes los emprendedores no contaban su idea hasta verla lanzada y hoy hay clubes en los que todos contamos ideas, porque lo difícil está en la ejecución, y no es transmisible, porque depende de las personas y los equipos», asegura Demian Niedfeld, cofundador & CEO de Ukelele y vicedirector de la Comisión de Marketing de la Cámara Argentina de Comercio Electrónico (CACE).
Y los datos corroboran este sentir. «Si lo analizamos en perspectiva, el ecosistema argentino es uno de los más colaborativos de la región, por encima de Madrid, Ciudad de México y Santiago de Chile. De hecho, de acuerdo al reporte «Ecosistemas de emprendimiento basados en innovación en Iberoamérica», Buenos Aires evidencia un 5.9 en el índice de colaboración (mientras que Madrid tiene un 5.3 y México un 4.9, por ejemplo) y un 3.4 sobre 5 en la intensidad de esas colaboraciones. Además, las motivaciones para generar estas colaboraciones no son financieras y relacionadas a la búsqueda de capital para desarrollar una idea, sino que se basan en la búsqueda del impacto positivo en el ecosistema en sí», se enorgullece Daniel Tricarico, director de la Asociación de Emprendedores de Latinoamérica (Asela), quien hasta hace poco lideraba ASEA en la Argentina.
Incluso, esto de hacer industria traspasa la frontera de lo digital. Por ejemplo, la empresa Barbieri, especializada en la fabricación de insumos para la construcción en seco, realiza un programa llamado «Rutas de Capacitación», mediante el cual «recorremos el país compartiendo conocimientos a través de nuestra red de distribución, al momento contamos con más de 8000 personas instruidas. Así, podemos difundir las ventajas competitivas y el aporte a la sustentabilidad de esta metodología», detalla Walter Barbieri, director general de Barbieri.
En el caso de la tecnología médica, «al tratarse de un ecosistema interdisciplinario, y de contenidos complejos, potencia el desafío para que cada actor en el proceso de atención del paciente maximice el aprovechamiento de esa tecnología, que redundará en beneficios a quien recibe el tratamiento», sostiene Omar Larrosa, Head of Customer Service en Siemens Healthineers.
Luis Dambra, profesor del IAE Business School y decano de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Austral, concuerda en el gran potencial del abrir, pero reconoce que todavía hay resistencias.
«En nuestro país este tipo de práctica se da en el agro, con los grupos CREA, con gran resultado ya que el sector es muy competitivo a nivel internacional. En el resto, es muy tenue el desarrollo de esta modalidad. Se está dando en algunos sectores industriales, pero les cuesta mucho a nuestras empresas abrirse, tengamos en cuenta que el principal componente de nuestra estructura empresaria es pyme», dice el catedrático.
En definitiva, compartir conocimiento es crear valor y SeSocio es un caso de eso. «Somos una plataforma de encuentro entre emprendedores e inversores: la base es compartir el conocimiento. Cuanto más comparte uno sobre lo que hace, más ayuda al otro a tomar mejores decisiones. Creemos que el conocimiento compartido permite que el resultado final sea mejor que si cada individuo se quedara dentro de sus propios sesgos», resume Guido Quaranta, CEO de SeSocio.Por: Marysol Antón