La dimensión Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación, pretende tomar en cuenta y valorar más allá de los aspectos productivos, tangibles y cuantificables, los valores intangibles implícitos en el desarrollo de la tecno-ciencia.
La innovación tecnológica, desarrollo económico y sociedad. Para ello parto de un enfoque humanista, basado en los Estudios Sociales de Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación CTSI. Pretendo demostrar que la innovación, antes que tecnológica, es social y por lo tanto cultural.
Es importante un cambio de mentalidad en la sociedad que se base en la conciencia crítica, sobre el significado cultural del desarrollo tecnológico moderno. Este significado incluye acciones, intenciones, creencias y valores, en un momento en que la innovación representa un tema importante de investigación en las ciencias sociales.
Ver también: ¿Conoces los “ocho valores fundamentales” para empezar a innovar?
La reflexión sobre la técnica, la tecnología, la ciencia y la innovación y sus consecuencias sobre la sociedad, nos lleva necesariamente a comprender la magnitud de los cambios actuales, no sin antes descifrar cuál sería un buen significado para cada uno de los términos propuestos.
El concepto técnica proviene del griego téxun que significa arte y maestría y se define como el conjunto de mecanismos y máquinas, sistemas y medios para dirigir, recolectar, conservar, reelaborar y transmitir energía y datos.
La palabra tecnología, del griego tecné que significa arte u oficio, y logos que quiere decir conocimiento o ciencia, se aplica al proceso de diseño de herramientas y máquinas para incrementar la productividad.
La ciencia, del latín scientia, scire, “conocer”; se refiere al conocimiento sistematizado en cualquier campo, suele aplicarse a la organización de la experiencia sensorial objetivamente verificable.
La innovación es el proceso de creación, desarrollo y aplicación de una nueva idea; es decir, materialización del acto creativo.
Estas tres palabras reunidas deben estar al servicio de la humanidad, para mejorar su calidad de vida, para ser justos, viables y éticos. No puede concebirse ningún desarrollo sin que tenga en cuenta a los seres humanos y al ambiente que nos rodea.
La profundidad y rapidez de los cambios que estamos viviendo, la creciente tecnologización, automatización y robotización del mundo, la revolución informática, biotecnológica y comunicacional, la globalización, nos indican que estamos ante nuevos paradigmas para los cuales la educación y, especialmente la terciaria o superior, debe prepararse a fin de formar seres en libertad con responsabilidad y autonomía con ética.
La construcción del conocimiento actualmente es una tarea eminentemente histórica, colectiva, interdisciplinaria con pretensión de transdisciplinariedad. Hoy como nunca, está demostrada la falibilidad inherente al conocimiento humano, y la temporalidad del mismo.
Hoy la complejidad y el caos son maneras de abordar el conocimiento y por ello es una obligación de la Universidad entablar un diálogo directo con el nuevo mundo, con un nuevo tiempo de grandes avances y gran complejidad, porque su principal tarea es promover la capacidad creativa de quienes viven y vibran en ella para aportar al desarrollo político, económico y social del país, no sólo en su papel de la formación de la conciencia crítica de la sociedad, sino también a través de una investigación pertinente y de relevancia social.
Es conveniente comprender que vivimos en una época donde el saber y el poder, conforman una estrecha relación de amplias implicaciones, tanto en las geoestrategias mundiales, como en la magnitud del desarrollo científico moderno, acompañado de innovaciones tecnológicas a gran escala. Lo anterior hace imposible trazar líneas divisorias, entre producción científica e innovaciones tecnológicas. En ese sentido, la tecnociencia aparece como causa y efecto multiplicador de nuevos conocimientos, que moldea la sociedad e impacta sus demandas sociales.
El conocimiento implica a su vez una construcción socio cultural, revestida de características particulares, ante todo en las circunstancias predominantes a nivel mundial. Estas circunstancias destacan por la ruptura ética y legal en el manejo del poderío tecnocientífico, en medio de una globalización ampliamente recolonizante, así como de la más compleja e inmoral de las conexiones entre dominación, exterminio masivo y desarrollo tecnológico.
Debemos ser conscientes de los riesgos actuales, derivados de la tecnociencia, que se aplica en los escenarios de la guerra antes que en la construcción de paz, equidad y desarrollo humano sostenido. Y se aplica en momentos en que la tendencia bélica militar, involucra extensas zonas geográficas del planeta, amenazadas por muchos años, bajo el poder destructivo de un aparato científico y tecnológico militar, que ha demostrado no tener límites ni fronteras, y menos conciencia y principios humanistas.